martes, 7 de septiembre de 2010

Los árboles sufren



Casi todos los años pasado el invierno presenciamos las podas que se realizan en los árboles que hay en la ciudad  y en numerosas ocasiones quedamos boquiabiertos ante la desmesura en dicha actividad.
Dichas podas no benefician al  árbol para un correcto crecimiento, pues además del impacto estético, también existe un riesgo de que las numerosas cicatrices sean una vía de entrada para diferentes agentes patógenos.

Sobre el apartado de las podas ya se hablará en otro momento de una manera más extensa pues lo que se pretende en este caso, es dejar al descubierto ciertas actuaciones que no benefician a los árboles tanto en parques, iglesias, monumentos históricos y otros lugares de interés público.

De hecho el daño que se les produce no se refleja a corto plazo, sino en el transcurso de los años y que poco a poco hace languidecer en muchas ocasiones a estos leales generadores de oxígeno hasta llevarles a un aspecto lamentable o incluso la muerte.

Nos referimos con todo esto a las obras, cada vez más frecuentes, que se realizan en las ciudades y en las cuales suelen ser víctimas silenciosas los árboles que se encuentran dentro de las reformas a acometer. En algunas ocasiones nos preguntamos y no tenemos respuesta, el motivo por el que de repente ciertos ejemplares de un parque presentan cada vez peor aspecto.

La buena salud de los árboles no depende solamente del buen trato que que se le aplique a la parte aérea en el momento de las podas, pues también influye tanto o más el cuidado que haya tenido el sistema radicular y que normalmente pasa desapercibido a nuestra vista.

En el siguiente enlace perteneciente al Observatorio Convergente de Árboles singulares, están detalladas las buenas prácticas cuando se realizan obras o trabajos en el entorno de tejos monumentales, pero que puede ser aplicable a otras especies de árboles:

"No olvidemos que los árboles comienzan desde la raíces no desde la base del tronco".